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Uno de cada quince estadounidenses ha presenciado un tiroteo masivo en su vida, según estudio de la Universidad de Colorado

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El atacante en el tiroteo masivo de 2017 en el strip de Las Vegas mató a 60 personas e hirió a otras 413; 454 más resultaron heridas en medio del pánico que siguió a las balas y causó estampidas. En el concierto que se estaba celebrando cuando el sonido de los disparos dio el inicio al caos había unas 22.000 personas, más la gente que estaba viendo desde los hoteles aledaños. Un tiroteo, miles de impactados. Ese suceso en particular fue uno de los más grandes en la historia, pero su amplio impacto es representativo, según demuestra un nuevo estudio de la Universidad de Colorado Boulder publicado este viernes.

Alrededor del 7% de los adultos estadounidenses ha estado presente en un tiroteo masivo en algún momento de sus vidas, mientras que un 2% ha sido herido durante uno —esto incluye haber sido alcanzado por metralla u otras heridas no directas—. “Este estudio confirma que los tiroteos masivos no son tragedias aisladas, sino una realidad que alcanza a una parte sustancial de la población, con profundas consecuencias físicas y psicológicas”, afirma en el comunicado de la investigación el autor principal, David Pyrooz, profesor de sociología y criminólogo del Instituto de Ciencias del Comportamiento.

Los tiroteos masivos, definidos como incidentes donde cuatro o más personas son disparadas por un arma en un lugar público, son ya una categoría de violencia única en Estados Unidos y han marcado la consciencia colectiva por su frecuencia y cobertura mediática. Solo desde 2014 ha habido 5.000 tiroteos registrados a nivel nacional, un promedio de 500 anuales, de acuerdo al Gun Violence Archive.

Sin embargo, señalan los autores del estudio, las investigaciones que se han hecho hasta ahora no han tenido una definición consistente de lo que es un tiroteo masivo: a veces limitándolos a casos en los que un atacante individual dispara en un lugar público, excluyendo así incidentes relacionados con el crimen organizado, o en otras ocasiones agrupándolos con exposición indirecta, agrandando el grupo de afectados a familiares y conocidos de víctimas. Además, se han enfocado en la distribución geográfica, impactos psicológicos y físicos, exposición mediática e impactos sociales más amplios. Todo esto ha dejado un vacío. No se sabía cuántos residentes del país han estado expuestos directamente a estos incidentes.

Para el estudio, los investigadores de la Universidad de Colorado encuestaron a una muestra representativa a nivel nacional de 10.000 adultos en enero de 2024. El grupo definió “tiroteo masivo” como un delito relacionado con armas de fuego en el que se disparó a cuatro o más personas en un espacio público. Además, definieron “físicamente presente” como “en las inmediaciones del lugar donde se produjo el tiroteo en el momento en que se produjo, de forma que las balas se dispararon en su dirección, pudo ver al tirador o pudo oír los disparos”.

Salvador Rolando Ramos
Familiares de las víctimas de la masacre en Uvalde, Texas, en mayo de 2022.Mónica González

“Estamos hablando de uno de cada quince personas en Estados Unidos [que han estado presentes en un tiroteo]”, dice Pyrooz. “Estos son números realmente muy altos para este aparentemente único y pequeño subgrupo de la violencia de armas de fuego más amplia”. A pesar de sus comentarios, el investigador no estaba sorprendido. Como ya sabía por el caso del tiroteo de Las Vegas, un caso puede impactar a muchas más personas de lo que uno piensa.

Entre otras observaciones del estudio resaltan la prevalencia reciente de los casos y la naturaleza local de la mayoría de ellos. El 54,9% de los tiroteos masivos a los que estuvieron expuestos los encuestados se produjeron a partir de 2015, y el 76,2 % tuvo lugar en las comunidades locales de los encuestados, en lugares como bares, restaurantes, colegios, centros comerciales o sinagogas. En consecuencia, las generaciones más jóvenes tienen muchas más probabilidades de haber estado o ser expuestas a un tiroteo que sus padres o abuelos. Por otro lado, no se evidenciaron diferencias relevantes en la prevalencia de exposición a tiroteos por género, raza o etnicidad, o estatus socioeconómico.

Mientras que el estudio no determinó el impacto de los tiroteos masivos en la salud mental, Pyrooz y sus colegas publicarán próximamente un artículo que sí lo hará. Según esta nueva investigación, alrededor de tres cuartas partes de las personas que estuvieron presentes en el lugar de un tiroteo masivo pero no resultaron heridas sufrieron trastornos psicológicos, como miedo, ansiedad o depresión. En comparación, alrededor del 20% de la población general sufre de estos problemas de salud mental.

Pyrooz espera que la investigación contribuya a llenar un vacío en el conocimiento sobre las repercusiones en la salud pública de un fenómeno relativamente nuevo y poco estudiado. “Nuestros hallazgos dan crédito a la idea de una ‘generación de tiroteos masivos”, anota Pyrooz. “Las personas que crecieron en el período posterior a Columbine [un notorio tiroteo masivo ocurrido en Colorado en 1999] tienen estas experiencias únicas que son realmente distinguibles de la población mayor”. Por lo tanto, el estudio también busca subrayar la necesidad de apoyar los programas destinados a reducir la violencia armada, aunque opta por no entrar en el espinoso debate de la regulación de las armas en el país, y a reforzar el apoyo a quienes sufren los efectos persistentes de presenciarlos.

Como tantos de los encuestados, Pyrooz ha visto como un tiroteo puede tener largas repercusiones en una comunidad cuando en marzo de 2022 uno sucedió a unos kilómetros de su lugar de trabajo. Su visión no es esperanzadora y busca solamente aportar a la preparación ante lo inevitable. “Ya no es cuestión de si va a suceder un tiroteo en tu comunidad, sino de cuándo”.

Alberto News