Corea del Norte y Corea del Sur están en una guerra silenciosa, y Kim Jong-un podría estar ganándola

Una tarde del mes pasado, mientras observaba el Norte, uno de los altavoces empezó a sonar a todo volumen canciones pop surcoreanas intercaladas con mensajes subversivos.
Por BBC MUNDO
«Cuando viajamos al extranjero, nos llena de energía», resonó la voz de una mujer al otro lado de la frontera, un desaire evidente, dado que a los norcoreanos no se les permite salir del país.
Desde el lado norcoreano, se oía débilmente música de propaganda militar, mientras su régimen intentaba acallar las emisiones incendiarias.
Técnicamente, Corea del Norte y Corea del Sur siguen en guerra, y aunque han pasado años desde que se bombardearon, ambos bandos combaten en un frente más sutil: una guerra de información.
Corea del Sur intenta introducir información en Corea del Norte, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, se esfuerza furiosamente por bloquearla, para proteger a su pueblo de la información externa.
Corea del Norte es el único país del mundo donde internet no ha penetrado. Todos los canales de televisión, emisoras de radio y periódicos están gestionados por el Estado.
«La razón de este control es que gran parte de la mitología en torno a la familia Kim es inventada. Gran parte de lo que le dicen a la gente son mentiras», afirma Martyn Williams, investigador principal del Centro Stimson, con sede en Washington, y experto en tecnología e información norcoreana.
En Corea del Sur, la mentalidad es que si se exponen esas mentiras a suficiente gente, el régimen podría derrumbarse.
Los altavoces son una herramienta utilizada por el gobierno surcoreano, pero entre bastidores ha florecido un movimiento clandestino más sofisticado.
Un pequeño número de emisoras y organizaciones sin fines de lucro transmiten información al país en plena noche en ondas de radio cortas y medias, para que los norcoreanos puedan sintonizarlas y escucharlas en secreto.
Miles de memorias USB y tarjetas micro-SD también se introducen de contrabando por la frontera cada mes cargadas con información extranjera, entre ellas, películas, series de televisión y canciones pop surcoreanas, además de noticias, todo ello diseñado para desafiar la propaganda norcoreana.
Pero ahora quienes trabajan en este campo temen que Corea del Norte esté tomando la delantera.
No solo Kim está tomando medidas enérgicas contra quienes son descubiertos con contenido extranjero, sino que el futuro de este trabajo podría estar en peligro.
Gran parte de estas operaciones están financiadas por el gobierno estadounidense y se ha visto afectado por los recientes recortes de ayuda del presidente estadounidense Donald Trump.
Entonces, ¿dónde deja esto a ambas partes en su prolongada guerra de información?
Contrabando de canciones pop y series de televisión
Cada mes, un equipo de Unification Media Group (UMG), una organización surcoreana sin fines de lucro, analiza las últimas noticias y ofertas de entretenimiento para crear listas de reproducción que esperan que conecten con los norcoreanos.
Luego las descargan en dispositivos que se clasifican según el riesgo que representan. En las memorias USB de bajo riesgo se encuentran series de televisión y canciones pop surcoreanas; recientemente, incluyeron la serie romántica de Netflix «When Life Give You Tangerines» y un éxito de la popular cantante y rapera surcoreana Jennie.
Las opciones de alto riesgo incluyen lo que el equipo denomina «programas educativos»: información para educar a los norcoreanos sobre democracia y derechos humanos, el contenido que Kim más teme.
Las unidades se envían a la frontera con China, donde los socios de confianza de UMG las transportan a través del río hacia Corea del Norte corriendo un gran riesgo.
Las series de televisión surcoreanas pueden parecer inocuas, pero revelan mucho sobre la vida cotidiana allí: gente viviendo en pisos altos, conduciendo coches de alta gama y comiendo en restaurantes de lujo. Destacan tanto su libertad como el atraso de Corea del Norte.
Esto desmiente una de las mayores mentiras de Kim: que los del Sur son pobres y están sumidos en la opresión.
«Algunas personas nos dicen que lloraron viendo estas series y que les hicieron reflexionar sobre sus propios sueños por primera vez», afirma Lee Kwang-baek, director de UMG.
Es difícil saber con exactitud cuántas personas acceden a las memorias USB, pero los testimonios de desertores recientes parecen indicar que la información se está difundiendo y teniendo un impacto.
«La mayoría de los desertores y refugiados norcoreanos recientes afirman que fue el contenido extranjero lo que los motivó a arriesgar sus vidas para escapar», afirma Sokeel Park, cuya organización, «Libertad en Corea del Norte», trabaja para distribuir este contenido.
En Corea del Norte no hay oposición política ni disidentes conocidos, y reunirse para protestar es demasiado peligroso, pero Park espera que algunos se sientan inspirados a realizar actos individuales de resistencia.
Un escape de Corea del Norte
Kang Gyuri, de 24 años, creció en Corea del Norte, donde dirigía un negocio pesquero. A finales de 2023, huyó a Corea del Sur en barco.
Ver programas de televisión extranjeros la inspiró en parte a ir, dice. «Me sentía tan agobiada y, de repente, sentí la necesidad de irme».
Cuando nos encontramos en un parque una tarde soleada en Seúl el mes pasado, recordó cómo escuchaba la radio con su madre de niña.
Consiguió su primer K-drama a los 10 años. Después se enteró de que se introducían memorias USB y tarjetas SD de contrabando en el país dentro de cajas de fruta.
Cuanto más veía, más se daba cuenta de que el gobierno le mentía.
«Solía pensar que era normal que el Estado nos restringiera tanto. Pensaba que otros países vivían con este control», explica. «Pero luego me di cuenta de que solo ocurría en Corea del Norte».
Casi todos sus conocidos veían series y películas surcoreanas. Ella y sus amigas intercambiaban sus memorias USB.
«Hablábamos de los dramas y actores populares, y de los ídolos del K-pop que nos parecían guapos, como algunos miembros de la banda BTS», cuenta.
«También hablábamos de lo desarrollada que estaba la economía surcoreana. No podíamos criticar abiertamente al régimen norcoreano».
Las series también influyeron en cómo ella y sus amigas hablaban y vestían, añade. «La juventud norcoreana ha cambiado rápidamente».
Escuadrones de represión juvenil y castigos
Kim Jong Un, plenamente consciente de este riesgo para su régimen, está contraatacando.
Durante la pandemia, construyó nuevas cercas eléctricas a lo largo de la frontera con China, dificultando el contrabando de información.
Además, las nuevas leyes promulgadas a partir de 2020 han aumentado las penas para quienes sean sorprendidos consumiendo y compartiendo contenido multimedia extranjero. Una ley declaró que quienes distribuyan el contenido podrían ser encarcelados o ejecutados.
Esto ha tenido un efecto disuasorio. «Antes, estos medios se podían comprar en los mercados, la gente los vendía abiertamente, pero ahora solo se pueden obtener de personas de confianza», afirma Lee.
Tras el inicio de la represión, Kang y su círculo de amigos también se volvieron más cautelosos. «Ya no hablamos de esto, a menos que seamos muy cercanos, e incluso entonces somos mucho más reservados», admite.
Asegura tener conocimiento de que cada vez más jóvenes son ejecutados por ser sorprendidos con contenido surcoreano.
Lea más en BBC MUNDO





